Hormonales


Nota: como con todo en esta vida, las excepciones siempre existen y no necesariamente uno se tiene que sentir identificado con lo que aquí se explica, pero es necesario generalizar un poco para poder establecer una teoría o al menos un intento de explicación. Esto es sólo una visión basada en la observación minuciosa y constante de situaciones personales propias y ajenas, información científica/periodística ampliamente disponible y la asociación libre de toda esa información por obra y arte de mi Cabezota.


Vivimos minimizando el impacto de las hormonas en nuestros comportamientos. Le damos importancia e incluso armamos el esterotipo del “adolescente hormonal” sólo en la adolescencia. Creemos que, más allá de lo relacionado a la menopausia y andropausia como generadores de engorde, depresión, crisis y fin de la edad reproductiva en la mujer, las hormonas no imparten mucha importancia en nuestros comportamientos.

*Error*

Somos absoluta e irremediablemente manejados por ellas a lo largo de toda nuestra vida. Por ellas o por la ausencia de ellas.

Pero lo interesante de esto no es solamente la importancia que le demos o no a las hormonas como determinantes en nuestra personalidad, sino lo particular del “timing” de ellas en los varones y en las mujeres.

Decidí tomar sólo 5 aspectos o características que nos hacen seres sociales y que sirven para interactuar entre nosotros y desarrollar la mayor cantidad de actos de nuestra vida diaria:

-    Sensibilidad
-    In/dependencia de los demás
-    Búsqueda/necesidad de pareja
-    Importancia de las amistades
-    Espiritualidad

Estos cinco aspectos en particular, entre varios otros, nos definen como humanos y nos diferencian de los animales. Pero además, son aspectos que particularmente se ven afectados en forma más directa por la acción u omisión de las hormonas a lo largo de nuestras vidas.

Pero qué mejor que un gráfico para explicar algo tan sutil como el curioso diseño hormonal humano:




Fig.1

Acá podemos notar que a medida que el varón crece, su sensibilidad, dependencia y su necesidad de pareja va en aumento, a diferencia de la mujer, cuyas dichas características van en dirección contraria.





Fig. 2

En este gráfico vemos que el lugar que se le da a las amistades y a la espiritualidad en ambos sexos también los encuentra medio desencontrados.




Fig. 3

Este gráfico resume y mira desde otra perspectiva los mismos aspectos vistos en los anteriores esquemas, sólo que acá se ve más claro lo opuestas que son las realidades entre hombres y mujeres y porqué, tal vez, es tan pero tan difícil entenderse durante las vidas de cada uno.


-----*-----


Nótese, sin embargo, que la vida a pesar de parecer bastante sádica y juguetona, da oportunidades, pequeños momentos donde encontrar pistas y ver de resolver algunos enigmas.

Los únicos momentos en los que las características y vivencias más o menos se igualan o emparejan entre hombres y mujeres suceden entre los períodos de 10 y 15 años de edad y los comprendidos entre los 40 y 45.
Es en esos dos momentos donde el hombre y la mujer más cerca están unos de otros. Son esos momentos donde el entendimiento es mayor, donde cada uno está pasando por cambios importantes a nivel hormonal y donde sus vidas entran en “crisis” en ambos bandos. En los demás momentos, y he aquí lo aparentemente sádico de la existencia, el hombre y la mujer transitan la vida con experiencias disímiles y a destiempo, volviéndose realidades difíciles de combinar y de entendimiento mutuo.

Se desprende de que entre los 10-15 años, más que nada por falta de madurez, es más difícil establecer un diálogo y/o apoyo/contemplación de las experiencias de cada uno, pero la vida nos da una oportunidad más, entre los 40 y los 45 años, para volver a encontrarnos, para entendernos y ponernos de acuerdo estando parados en el mismo terreno del cambio-crisis.

Si no aprovechamos estos momentos de cruce para comunicarnos los hombres y las mujeres, difícilmente lo podamos hacer en otros momentos de nuestras vidas, ya que, lo queramos o no, somos animales conducidos por picos y valles de extrusión hormonal. Se puede decir que una pareja que pasa con éxito las respectivas crisis durante el período 40-45, comunicándose, conteniéndose y apoyándose mutuamente, será una pareja que durará en el tiempo y que tiene más chances de terminar sus días juntos.

Por otro lado, la noción de que una unión entre un hombre de edad mayor que la mujer tiene más chances de durar que una de edades similares sería correcta o al menos mejor, ya que los crisis de un hombre en sus 40 sería acompañada por una mujer todavía sensible y enfocada a la pareja, capaz de contener emocionalmente a un hombre frágil y necesitado; así mismo, una mujer en sus 40 y en pareja con un hombre más grande que ella, tendría el apoyo de una persona con una crisis ya superada y con la experiencia necesaria para contener mejor a esa mujer en crisis.



-----*-----



El amor y las hormonas

Si uno fuera a desmitificar al amor como una “fuerza imparable y trascendente” que une a dos personas y destriparla de toda connotación espiritual y cósmica, podríamos decir que esta fuerza está pura y exclusivamente alimentada por las hormonas. Que mientras las hormonas fluyan y afecten los centros del cerebro dedicados y receptivos a ellas, el amor fluirá también y toda la parafernalia asociada (mariposas estomacales, celos, pasiones, necesidades, presencias, sexo, etc) hará su parte. Cuando las hormonas desaparecen o disminuyen, el amor comienza a trastabillar. Queda en su lugar una unión entre dos personas sin mariposas, ni celos, ni pasiones, ni necesidades, ni sexo o con poco sexo. Sólo quedan las características asociadas a la historia en común (salidas, diversiones, proyectos, intereses, anécdotas, etc.).
En esa situación tan frágil, una salida distinta, una diversión o interés nuevo, una anécdota más atractiva, pueden romper o distanciar la relación entre dos personas. Sólo quedan exceptuadas las amistades y la familia, que son relaciones que nunca dependieron ni fueron entabladas bajo los efectos de las hormonas. Sería por eso, tal vez, que las relaciones amorosas entre dos personas duran más si comenzaron previamente como amistades largas que si comenzaron en forma pasional/sexual.

Así, en el cruce hormonal de los 40-45 años, cuando el mecanismo hormonal empieza a fallar, se producen efectos muy interesantes en los dos sexos:

Mujer:

-    Se produce un “despertar espiritual” muy fuerte, donde la mujer comienza una intensa búsqueda espiritual, postergada probablemente por la maternidad, que en líneas generales tiene como objetivo encontrar un lugar en el mundo dejado por los años que estuvieron en “stand-by” por ser madres. Las que no lo fueron y vieron pasar el tren delante de sus ojos, la búsqueda y la motivación es la misma: los años en stand-by fueron la focalización en ese mismo “unitema”, pero sin hijos. Este despertar muchas veces las lleva por caminos llenos de clichés y de dudosa pseudo-espiritualidad, pero al menos parecería que el nicho que encuentran les sirve a pesar de todo.

-    Junto con este nuevo “despertar” se produce un enfriamiento notable de las pasiones hacia el sexo opuesto; se acallan los fuegos y la búsqueda espiritual ocupa la mayoría de los espacios que ocupaba previamente el hombre y sus ofertas como compañero sexual y de vida. Este vendría a ser el aspecto más llamativo y de más impacto en las relaciones con los hombres, y da el puntapié inicial para el otro efecto que se describe más abajo, el de la independencia.

-    En relación al punto anterior, en esta etapa la mujer revive, renueva y atiza el núcleo de amistades (más que nada amistades femeninas), las hace omnipresentes en su vida y compañeras íntimas de todos los cambios que se comienzan a vivir. La mujer se transforma en un ser muy social, sale de la casa y llena su mundo de compañeras de vida. En general, esto sigue así hasta la muerte.

-    La mujer se vuelve sumamente independiente y no estamos hablando sólo de independencia económica. La mujer, que ya no busca un compañero (ni parece necesitarlo), que ya cumplió su mandato básico socio-fisiológico (si no fue madre, dicho mandato cumple su ciclo igual apagándose), se encuentra en una situación de no depender de nadie para hacer nada, que, junto a la disminución en las pasiones relacionadas al varón y el llenado de amistades en su vida, hacen de que nada la ate, nada le impida conducirse por la vida por su cuenta y sin depender de nadie, ni económica ni sentimentalmente.


Varón:

-    Después de haber vivido signado por un comportamiento más que nada dirigido por la Testosterona, esa gran hormona masculina, el macho deja ya de mirar tanto lo que hay afuera de la casa y empieza, recién ahora, a mirar hacia adentro. Busca quién está, dónde está y porqué no está con él. Ya padre o nunca padre, el hombre empieza a necesitar una presencia en su vida que lo acompañe, que lo contenga, que lo escuche y que lo abrace. No hay mucha búsqueda espiritual, nunca la hubo en realidad (salvo casos en lo que la búsqueda espiritual formó parte de sus actividades diarias, sean profesionales o de ocio/esparcimiento) y ahora lo que podría llamarse espiritualidad está focalizada más que nada en un sentimiento recíproco con la mujer que él elija como compañera. Toda futura espiritualidad vendrá asociada a este sentimiento, que lo puede llevar a escribir las canciones y poemas más increíblemente bellos y profundos y a la vez caer en las más profundas depresiones y desesperaciones, que lo harán ver como un ser inmaduro y “poco hombre” por la mujer, en este momento parada absolutamente en la orilla contraria del océano de los sentimientos.

-    Las pasiones no disminuyen mucho, ya que la andropausia no es tan terminal como lo es la menopausia, especialmente las sexuales, que se ven muchas veces aumentadas por lo descrito en el punto anterior. Es notoria en esta etapa la búsqueda de mújeres jóvenes, muy probablemente fogoneada por la actitud bastante más fría de la mujeres de su edad y la contrapuesta actitud a “punto caramelo” de las mujeres más jóvenes, que están más en línea con lo que el hombre cuarentón está buscando. Si además estas mujeres jóvenes ofrecen cuerpos más esbeltos y en mejor estado, mejor.

-    Las amistades de un hombre siempre estuvieron presentes. No fueron relegadas ni por matrimonios ni por hijos ni por trabajos, por lo tanto, este aspecto se mantiene más o menos estable, disminuido quizás sólo por el distanciamiento natural producto de las vidas de cada uno.

-    Ahora bien, el hombre cuarentón comienza junto a la disminución (no desaparición) de la Testosterona, un camino difícil de mayor dependencia afectiva-emocional de lo que estuvo acostumbrado hasta ahora. Tal vez provocada por un equilibrio hormonal entre la Testosterona y las hormonas femeninas que siempre estuvieron pero en muy pequeña cantidad, hoy esas cantidades, sin aumentar per se, se acercan más al nivel testosterónico que, disminuído, le deja lugar un poco a la acción “sensibilizadora-cambiadora de humores” de la progesterona y el estrógeno. El macho deja de ser tan macho y reduce su mirada de “yo lo puedo todo” a una más de “me abrazás por favor que me siento solo?”.


En fin, el famoso libro-cliché “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus”, mirado desde el punto de vista biológico-fisiológico, sería acertado, sólo que estas diferencias tan curiosamente establecidas sólo son diferencias si uno no las interioriza y las identifica. Una vez aceptadas y explicadas, al menos en forma biológica, son más fáciles de allanar y limar.

Pero cuesta, y mucho. Sólo se necesita voluntad y humildad para reconocer las debilidades propias de cada uno y entablar una conversación profunda y amable desde el mismo plano.


Simple y Complicado


“…No hay paz para mí, a menos que vuelque las cosas en papel. Tengo que dejarlas salir y simplificar mis ideas. Pero es muy difícil simplificar las cosas y muy fácil, en cambio, complicarlas” 

“Desaparición”, de Richard Matheson © 1977 



La experiencia diaria nos dicta que es muy difícil simplificar las cosas, sin embargo parecería ser extremadamente fácil complicarlas, a todo nivel.

Si la complicación y/o complejización de estados/estructuras es una tarea relativamente fácil, extrapolando dicha generalidad a la realidad no-humana, se puede determinar que es por eso que es previsible e incluso favorecida por el medio, la evolución a organismos cada vez más complejos; en una palabra, nosotros fuimos fáciles para la vida y un virus sería lo más difícil de hacer de la nada (de aquí se podría desprender de que un virus o una ameba, que con su simplicidad “vive”, resiste, se adapta y muta ante los desafíos del ambiente con mucha más eficiencia y rapidez que nosotros, es un organismo mucho más perfecto y avanzado que un ser humano o animal cualquiera).

Por otro lado, la misma extrapolación nos podría llevar a comparar la dificultad entre la simplificación de nuestras vidas y la matemática: el mismo principio de “simplicidad difícil” compone cada pedazo de realidad que nos rodea. Como en la Proporción o Número Áureo, que repite entre cada cosa que existe la misma progresión numérica que determina las escalas “divinas” de proporción, dicha directiva atraviesa cada componente del universo en forma absoluta y define la realidad; “nos” define.

Puede ser que las respuestas a todo esté en ecuaciones más simples que las que se usan para intentar explicar este universo y por eso es tan difícil llegar a una respuesta?

Si es así, el principio de Occam, dentro de esta diatriba, estaría automáticamente validado.


Planilandia


Edwin Abbot, un simple maestro de escuela, escribió en 1884 un libro llamado “Flatland” o “Planilandia”, en la cual contaba, desde la perspectiva de un “planilandés”, cómo era la vida en ese universo de seres triangulares, hexagonales, pentagonales, etc. donde sólo existían dos dimensiones: largo y ancho, todo plano. Estos seres, sin importar si eran cuadrados o triángulos, se veían entre sí como líneas rectas, ya que no había arriba ni abajo ni profundo. Así como estaban, se habían armado toda una sociedad, con los seres triangulares del tipo isósceles y las mujeres (cruelmente identificadas como simples líneas con extremos mortíferos) formando el estrato más básico y pobre. Los cuerpos con más lados (que no llegaban nunca a ser círculos pero se acercaban bastante) eran los seres más importantes y de clase social más alta de todos.

Este planilandés, el protagonista de la historia, va describiendo cómo es el día a día de esta realidad, mostrando al lector las medidas y leyes que se tuvieron que construír para poder vivir pacíficamente en ese extraño mundo; los aspectos físicos como la gravedad y las lluvias, que caen desde sólo una dirección, de norte a sur, etc.
Incluso llega a visitar en sueños el mundo de “Linealandia”, un reino donde sólo hay una dimensión, el “largo”, y cuenta cómo fue de frustrante la experiencia de tratar de explicarle al monarca de Linealandia lo maravilloso del “ancho” como dimensión extra.



La clave del cuento radica en la aparición de un ser de “Espaciolandia” o de una realidad de 3 dimensiones (como la nuestra) que trata de explicarle a este planilandés los bemoles de vivir en 3 dimensiones y hacerle entender lo limitado de su propia realidad. Incluso le llega a mostrar la bizarra experiencia de un “Puntolandés” o el único multihabitante de un mundo donde no hay líneas ni figuras ni nada, sólo un punto como toda dimensión.

Grande es la sorpresa de este espaciolandés cuando el deslumbrado cuadrado planilandés, flotando sobre su mundo plano y viendo y entendiendo muchas cosas que antes no podía ver ni entender, le pregunta sobre la posibilidad de la existencia de una 4 dimensión (o incluso más), habiendo ya universos de una, dos y tres dimensiones. El problema y las consecuencias de no poder entender lo que no se conoce se traslada ahí al orgulloso espaciolandés, que cae en la misma trampa que los demás seres de dimensiones inferiores que no pueden ver más allá de lo que la realidad diaria les deja ver. Fascinante.


La novela no incluye al Tiempo como dimensión ya que para la época en la que se escribió este relato, el Tiempo no era más que un atributo intrínseco a las dimensiones que se barajaban y no como una dimensión separada. Sólo con la llegada de Einstein y la relatividad el tiempo pasó a tener su propio lugar y dimensión en el entendimiento del Cosmos y el Universo.

Este problema de poder explicar y hacer entender sobre sus mundos a seres de dimensiones más chicas que aquejan por igual al planilandés como al espaciolandés, gatilla el tema del entendimiento que podemos llegar a alcanzar nosotros los seres humanos sobre temas y problemas sobre los cuales no tenemos respuesta o que no llegamos a inferir una solución con las herramientas cognitivas o cerebrales con las que contamos, ya que son temas que atañen a esferas de conocimiento que no tienen cabida en nuestra dimensión. Así como el planilandés ve el mundo como un conjunto de sólo líneas rectas de diferente longitud y no puede llegar ni siquiera a concebir un cubo o una esfera, nosotros no podríamos concebir los significados del infinito, el pre-bigbang o el post-bigcrunch, la muerte y la vida después de ella, o a Dios mismo.
Nosotros, al igual que un planilandés, estamos atados a los límites que nos impone nuestra realidad o universo, de cuatro dimensiones (3 espaciales – largo, ancho y profundo – y el tiempo) y todo lo que escape a estas dimensiones sería virtualmente incomprensible para nosotros. Podemos elucubrar sobre lo que sería, pero nunca podríamos entenderlo o encontrar una respuesta plausible.

Tomemos por ejemplo el tema de la existencia de Dios. Si Dios existe o no existe ha sido siempre un problema de fe, o sea que mientras querramos creer que Dios existe, no hay necesidad de probar ni de investigar nada al respecto. Sólo se cree y punto. Por lo tanto, quienes carecen de esta difícil virtud viven sumidos en una constante duda, ya que los poquísimos datos disponibles, casi en forma sádica, parecen estar equilibrados para la no existencia como para el lado de la existencia de Dios.
Para poder entender la ristra de preguntas que nos acribillan el cerebro constantemente sobre este tema, debemos entender el concepto de Dios, qué o quién es, qué significa para nuestras vidas, para el Cosmos entero, para el propósito de todo. Este escurridizo y tímido Dios se las ingenia para no dejar rastro alguno de su existencia, cualquier prueba empírica que querramos tener de él se convierte en algo utópico, inalcanzable. No hay fotos, olores, manchas, restos, artefactos, marcas, pistas, sonidos ni escritos que nos den una prueba fidedigna, tangible, sobre su existencia. Todo parece una gran mentira creada vaya a saber uno para qué.

Uno se preguntaría entonces, porqué tenemos este concepto de Dios tan grabado en las conciencias y porqué esta necesidad tan obsesiva de descubrir la respuesta? No podemos directamente dejar de preguntárnoslo y listo? Pasar a otra cosa? No, es virtualmente imposible. Incluso para un autoproclamado ateo. Éste último sólo tuvo que optar por no preguntárselo más y listo, se rindió.
Los ateos parecerían ser, a prima face, personas mucho más inteligentes que nosotros los agnósticos o incluso los creyentes. Ellos se dieron cuenta que la pregunta sobre si Dios existe o no es inpreguntable y que nunca tendremos una respuesta satisfactoria o prueba concluyente al respecto, ya que la esencia de Dios y su mundo pertenece a un plano (o universo) que no tiene nada que ver con el nuestro. Vendría a ser como si nosotros fuéramos unos planilandeses que quisiéramos entender a un espaciolandés o incluso alguien superior. Trazar lazos y semejanzas que nos unan con un ser (o seres) que están por encima de nuestra realidad y que jueguen con reglas distintas a nosotros es, por definición, una estupidez.

Peor todavía si le agregamos a esta sopa dimensional la variable de que a cada dimensión que agregamos, nuevas leyes físicas que la rijan entran en juego, leyes que sólo son aplicables a la dimensión a la que pertenecen. Teniendo en cuenta esa condición, un Dios que vive y se maneja en un universo de más dimensiones que el nuestro será por siempre un Dios inalcanzable a nuestra compresión, donde las pruebas que éste podría darnos o dejar sobre su existencia serían invisibles o incomprensibles para nosotros, por lo tanto seguiríamos atrapados en la misma eterna e insoluble pregunta.
Él siempre tendría la chance de influír o ingresar en nuestro plano (como logra hacerlo, por estar en un universo superior, el espaciolandés con nuestro pobre y vulnerable planilandés) pero para nosotros sería una influencia imposible de entender o captar, sólo veríamos los resultados de tales intervenciones y que terminaríamos ubicando sin remedio dentro de conceptos cuasi facilistas tales como magia, destino, deja-vúes, “voces de la conciencia”, etc. Cosas que sabemos que suceden, pero que no podemos encontrar una correlación con la realista experiencia de nuestra vida diaria.

La pregunta que sale casi obligada es porqué esto es así? Y el tema del propósito sale nuevamente a molestar. La pregunta “porqué” es una buscadora automática de propósito y este propósito es una concepción (por lo menos hasta ahora) sólo humana. Así como nosotros empujamos una pelota y esta pelota se mueve gracias a nuestro empujón, toda nuestra realidad nos enseña desde chiquitos que todo lo que pasa, pasa por una razón. Esa razón es la base del propósito y aplica a toda nuestra vida. Sin propósito, no hay razón de existir. Todo se cancela y anula sin la existencia del propósito, todo deja de tener sentido, incluso nuestras propia existencia.

He ahí el tema del porqué de la búsqueda de Dios y el porqué nuestra búsqueda se vuelve infructuosa y termina minándonos la mente y hasta la salud mental. Nuestra existencia necesita un propósito, y ese propósito escapa a nuestra comprensión ya que está establecido por un ser o seres que pertenecen a un universo con otras reglas que lo vuelven totalmente incomprensible e inalcanzable.

En fin, el planilandés es finalmente “devuelto” a su dimensión luego de un paseo por los confines del nuevo universo multidimensional, lo que termina dejándonos con un sabor amargo sobre el porvenir de ese cuadrado que ahora sabe y conoce más que cualquier congénere de su plano, pero que queda confinado a vivir en lo que ya considera una existencia absolutamente limitante y hasta claustrofóbica.

Sinergia

Este finde me sucedió algo muy placentero escuchando por YouTube a un “músico” que sigo hace rato (los que usan YouTube sabrán cómo a veces uno entra a ver, por ejemplo, un video de los Teletubbies y termina después de un rato viendo “videos de aviones aterrizando con viento en contra” sin saber cómo uno llegó hasta ahí). Este “músico” (Lifelike) hace remixes de temas y como buen remixero, le da una vuelta de tuerca a dichas canciones que a veces las hacen sonar como temas completamente diferentes a los originales.

Yo tengo mi corazón musical bastante clavado en los 80’s, y hay por ahí toda una movida retro de nueva música “synth” de gente que hace música con sonidos y estilos ochentosos pero hoy. Entre esas canciones, está “So Electric” de este Lifelike que especialmente me llamó la atención. Este tema es un mantra repetitivo que va creciendo a medida que pasa el tiempo, es muy rítmico y simple. Está construído con samples de temas de Pat Benatar, Survivor y Modern Talking + el input rítmico y de sonidos de este Lifelike.

Por otro lado, dentro de esta movida “retro-synthwave ochentosa”, hay muchos fanáticos, que rascan o están dando ya su 40ava vuelta alrededor del sol como quien suscribe, que hacen sus propios videoclips con esta música. Estos videos son a su vez rejuntes y samples de videos o fotos ochentosas, en la misma tónica que la música que les contaba en el párrafo anterior.

Lo que se genera de todo este menjunje, a mi entender, es una sinergia increíble de creatividad. En un solo videoclip conviven la creatividad de muchas personas que nunca tuvieron que ponerse de acuerdo para armarlo, sólo es el natural fluír de la creatividad artística y las emociones. Algo, y repito que es sólo a mi entender, maravilloso en todo sentido.

Los samples y acordes usados en la canción salen de:

- “American Heartbeat” de Survivor (la misma banda del famoso “Eye of the tiger”)

- “Sometimes de good guys finish first” de Pat Benatar


Las imágenes son de la película-musical “Xanadu” (y la bellísima rubia que se ve es la australiana Olivia Newton-John, otra que tiene sus temas bien ochentosos en los recuerdos de varios).

Obviando lo kitsch que pueden parecer estas imágenes hoy que lo “sabemos y hemos visto todo ya”, noten lo bien que van el ritmo y la música con la elección de las partes de la película.

Again: tengan en cuenta que nada de esto fue hecho originalmente “el uno para el otro” hasta que esta maravillosa sinergia creativa que permite internet hoy lo convirtió en algo nuevo. 5 creativos de distintas épocas, estilos y totalmente inconexos entre sí se funden sin planearlo en ESTO.

Sisí, estoy re-loco, ya lo sé, pero a mí me copó mal.




Andamiaje

Qué frágil parece ser a veces el andamiaje que “sostiene” la cordura de uno. A veces se llega a un nivel de desasosiego tal que hace ver dicha fragilidad como algo muy real, tangible; se puede medir cuánto hay entre el frágil equilibrio y el desplome.

Y también se puede vislumbrar qué sería un desplome. Se ve a ese andamiaje colapsando y cayendo al vacío. Se huele qué habría después del derrumbe una vez que el polvo se asiente.
A veces ese andamiaje es un trabajo, una casa y punto. A veces es sólo un amor. A veces ni siquiera todo eso, sino algo tan insubstancial y solitario como la “voluntad” de no caer o flaquear.

El equilibrio de dicho andamiaje como que se mantiene sólo o con la inercia de las acciones de uno a lo largo del tiempo. Uno identifica el andamiaje, lo ve y siente, pero no parece que uno haga algo concreto para mantenerlo en equilibrio. Como que se mantiene solito gracias al trabajo que uno YA realizó en su momento. Y obviamente, como no es eterno y estático, ese equilibrio está en permanente riesgo de romperse y la energía del trabajo que ya se efectuó se “gasta” con el tiempo, aumentando las chances de colapso de todo el sistema.

Bueno, toda esta sensación a veces me invade de repente, pero en forma muy efímera; se diluye rápido. Y la muerte parecería ser lo único que podría llegar a terminar con ese “martirio”.

Supongo que justamente es esa sensación la que los suicidas no pueden manejar y a la que terminan entregándose completamente antes de quitarse la vida.

La sensación de desplome del andamiaje de la cordura.